lunes, 7 de septiembre de 2009


Aunque no quiera reconocerlo, soy la mayor de mi casa. Soy la primogénita de un matrimonio de clase media que un día del mes de enero se caso luego de un año de noviazgo, mi padre era divorciado por lo que también tengo una hermana mayor, la cual nunca vivió con nosotros pero si es parte de nuestras vidas.

Luego de mí nacieron 3 niños más: Ericarol, Giancarlo y Joel, a este último le llevo más de una década, eso, definitivamente, significa que hay una enorme brecha generacional entre nosotros.

Mis padres hacían un esfuerzo sobrehumano para tenernos a todos en el que quizás era, en su tiempo, el mejor colegio de la ciudad. Nuestros amigos eran niños ricos de cuna, con yates, choferes y muchas posibilidades de vivir una vida completamente diferente a la nuestra. No recuerdo, sin embargo, haberme puesto triste porque no pudiera tener algo o porque no tuviera las posibilidades de viajar cada verano al campamento de moda en Boston. Hoy, muchísimos de esos amigos me han abierto las puertas en situaciones laborales, económicas y hasta emocionales.

Por ser la mayor, mis exigencias eran un poco más frecuentes, creo que el ser una niña consentida me hizo creer que merecía más atencion de la que podian proporcionarme unos padres con 4 hijos, demande de ellos tiempo, dinero y todo aquello que resultaba en que yo fuera el centro alrededor del cual todo giraba, hoy entiendo que así crecí porque así me criaron, no era, para mí, algo malo sino algo natural. Estas exigencias eran mas bien por alguna prenda de vestir a la moda, nunca por cosas costosas o capricos extravagantes; me sentia muy feliz con lo que tenia en mi vida.

Siempre fui muy bonita, desde bebé las personas no se cansaban de decirme cuanto lo era. Dios me dio un buen cuerpo, buenas piernas y todos los atributos físicos que una persona pudiera desear. Muchos pensaron que por mi apariencia era una persona inalcanzable, ahora cuando lo pienso creo que era muy tímida. Hoy en día todavía escucho las historias de jovenzuelos que se despachaban uno al otro antes si quiera de tratar de ser mis amigos y mucho menos algo más. Hoy, todavía, siento que esta fama impide que algunos hombres se acerquen a mí.

Al salir del colegio me fui a estudiar a la mejor universidad, probablemente del país, mis padres pagaron cada semestre en su totalidad, mi deber era solo estudiar, nunca debí trabajar para pagar mis estudios. Allí continué las relaciones con mis amigos de clase alta, me gradué con excelentes notas y pase a trabajar a una respetadísima oficina de abogados de mi cuidad.

Nunca fui muy enamorada y de verdad mi único novio reconocido y oficial fue el que un día se convirtió en mi esposo. Con él me case a los 25 años, a él le debo haber tomado muchas malas decisiones, muchas de ellas todavía me afectan a mí y a mi familia. Todavia sufro consecuencias y situaciones que problablemente nunca lleguen a resolverse.

Con el paso de los años mis hermanos tomaron diferentes rumbos profesionales: Erica se fue a USA por un año, trabajo para pagar sus estudios y llego a trabajar en varias empresas y proyectos, hoy es una persona altamente preparada que pudiera darse el lujo de escoger su próxima parada laboral; Giancarlo también se fue desde muy joven a New York, allí ha trabajado duramente por años, se caso con una persona maravillosa y tiene 2 niños, estudio algo que quiso y tiene una buena vida, todo esto ha sido fruto de su esfuerzo y su propia lucha; del menor, Joel, bueno, salió del colegio y se fue a trabajar a NY con su hermano mayor, trabajaban de sol a sol y ambos, juntos, pasaron necesidad e incomodidades. Joel volvió a Santiago, años después, luego de ahorrar suficiente para comprar un carro y para encontrarse con la sorpresa de que por situaciones económicas creadas por mí, nuestros padres no podrían pagarle la universidad. Recuerdo que un día cualquiera del año 2001, estando yo separada por primera vez de mi ex-esposo, sin trabajo y con muchas deudas, el me reprocho duramente por tener que trabajar para pagar sus estudios. Finalmente hoy es un eminente abogado, con un gran futuro por delante. Ha tenido que hacer grandes sacrificios, lo que le da más valor a su propia vida.
Hoy veo mis hijas e imagino mis hermanos, trato de darles lo mejor y me aterro cuando algo no sale bien, me desesperan las carencias a las que están sometidas y siento pena por ellas, pero no debería hacerlo.

A mis casi 40 años, no tengo nada. Fui la persona con más condiciones y más oportunidades y no hice nada con ellas. Eso debe ser suficiente para enseñarles a mis hijas que las cosas que se ganan con esfuerzo son las que dan más satisfacción, que los tropiezos nos hacen fuertes y que los sacrificios, la perseverancia y la determinacion dan frutos.
Debo aprender a no dárselo todo tan fácilmente, a no complacerlas por el simple hecho de mi satisfaccion o de su capricho y sobre todo a no permitir que mis sentimientos de culpa, mis malas decisiones o mis defectos las hagan desdichadas. Ponerle todo en sus manos las hará torpes y minusválidas.
Muchas veces me siento mal porque mis hermanos han tenido que sacar la cara por mí, eso no solo les ha costado dinero sino tiempo, la vida no me dará para agradecerles todo lo que han hecho por mí y mis hijas. Aunque parezca duro quiero pensar que ese fue el aprendizaje que les deje, su hermana mayor tal vez no cumplió su rol de ser el modelo a seguir, pero mi vida misma tiene el ejemplo de lo que no deben hacer, ese sentimiento, ese dolor, esa insensatez quedara entre nosotros y nuestros hijos tienen la posibilidad de salir beneficiados.

Ojala un dia puedan perdonarme si alguna vez les quite lo que por derecho les correspondia, pero mas que nada quisiera que puedieran verme como alguien a quien admirar y sobre todo, respetar……

2 comentarios:

  1. wao que post tan lleno de emociones, la verdad que despues que los conoci aunque fue por pocas horas pude notar que son personas de buenos valores y por el hecho de tratar de trabajar juntos deja mucho que decir... lo mejor para ustedes!! :)

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