lunes, 28 de junio de 2010


Recuerdo las veces que en mi matrimonio recibí estocadas mortales en mi autoestima. Recuerdo también como al empezar a trabajar recibí cientos y cientos de halagos por mi trabajo, por la crianza que le daba a mis hijas, por mi cuerpo, por mis piernas y hasta por mis nalgas. No olvido como por iniciativa propia decidí que las libras extras en mi cuerpo no iban a evitar que exhibiera mis volumenes con orgullo. Ya llegará el día en que decida, mas allá de una pura resolución del mes de enero, bajar estas libras de más.

En el ámbito laboral, como en muchos más, creo que es extremadamente importante que nuestros superiores, los clientes o hasta los compañeros de trabajo elogien nuestro trabajo, creo que eso hace que pongamos mayor empeño en nuestras labores. Siempre he usado halagar las personas a solas y delante de otros, su sonrisa de satisfacción es invaluable.

Esta mañana pasé por una panadería del centro de la ciudad. Aunque sus productos son excelentes no suelo andar mucho por ahi pero la urgencia de "echarle algo a mi estomago" me hizo que entrara. Me recibió el propietario pero me atendió una joven con la cara muy sonriente; ella me saludó muy amable, esperó pacientemente a que yo escogiera, tomó mi orden, me cobró y al ponerme el pan (para mis pulgas) en una funda me dijo:- " A su orden". Luego, al verme partir agregó: -"Que tenga buen día". Caminé solo 2 pasos fuera y decidí devolverme; delante de su jefe le dije: "Joven, es usted muy amable, ya casi no hay personas como usted". Ella sonrió desmesuradamente y yo salí muy satisfecha. Se que hice la diferencia en su día.

Entendería que debemos crecer en el sentido de que no tengamos necesidad de oír palabras alentadoras de otros, entendería que debemos creer en nosotros mismos y en nuestras habilidades pero sé que las palabras adecuadas, en el momento adecuado, obran milagros. Siento una satisfacción enorme al saber que tengo la madurez suficiente de reconocer la labor o el proceder de otras personas y de elogiarlos. Eso hace feliz mi vida, creo que ella hizo la diferencia en mi día.

miércoles, 23 de junio de 2010



Mirando en retrospectiva, haciendo un recuento de mis años en La Vega, tomando notas de mis desventuras y a la vez envolviendo esas notas, echandolas al zafacón y tratando de retomar mi vida en el punto que lo dejé, me preguntó: Como pude salir adelante?; Como tuve fuerzas?

Dice mi amiga Rosita, al verme ahora tan tranquila y en total contraposición a la que era hace unos días, que todo era el resultado de que yo no estaba donde debía estar. Las energías se confabularon para echarme de allá y yo me aferraba mas y mas. Sus razones tendrían, yo por mi parte también las mias.

Todo no fue malo, el primer año me dedique a experimentar y vivir, mis andanzas me dejaron satisfecha y mucho mas hogareña. La lejanía me hizo evitar personas, situaciones y recuerdos. Resistí los embates de un divorcio muy reciente y las cosas que esto trae consigo. No sentí dolor, solo alivio. Encontré personas que rehicieron mi maltrecha autoestima y encontré en mi misma una persona valiente y luchadora.

El segundo año, en el que me mudé con mis hijas, fue un desastre. Al llegar con todos mis muebles llevé conmigo (o quien sabe si los arrastré del camino) muchos momentos que ahora, al recordarlos, pusieron a prueba mi voluntad. Talvez ahora sea mas fuerte, pero recuerdo como a veces abría los ojos con pesar y no quería sacar un pie de mi cama; como muchas veces me sentí sola, resolviendo situciones y aun asi teniendo fuerzas para sonreir. Así empezó mi curso intensivo sobre las expectativas que debo tener sobre los actos de otras personas, ahí empecé a comprender con muchísimo dolor que solo me tengo a mi misma.

Hoy día me parece que nunca me fuí, nos acostumbramos a estar aqui de inmediato, increiblemente no me altero al ver que son las 6 de la tarde, ni creo que debo tomar carretera, reitero que parece que nunca me fuí, lo mejor es que a las niñas les pasa igual, nunca me han expresado extrañan algo o a alguien.

Quedan algunos puntos inconclusos allá, personas que lastimé sin querer, cuentas sin saldar, amigos que me extrañan, enemigos, personas agredecidas que oran por mi.

Cerrar el circulo?, todavia no sé si sea el tiempo; Olvidar? No puedo darme el lujo; Empezar de nuevo? Entendí que no es posible. Si se que mis hijas y yo somos personas totalmente diferentes a las que nos fuímos hace 3 años, mas maduras, mas unidas, mas realistas. Una para todas, todas para una!!!!! Anoche estabamos decidiendo nuestra próxima parada.

jueves, 10 de junio de 2010


Conseguir el apartamento de mis sueños fue imposible, tuve que conformarme con uno que se asemejará a lo que quería y postergar el perfecto para otra ocasión. Este no tiene balcón pero eso se compensa con que está en la segunda planta y ya no tendré que subir demasiados escalones. El edificio no es el mas bonito, pero tiene una cocina maravillosa y unos baños de colores alegres. Tuve que poner los pro y los contra a cada lado de la balanza y decidirme, no niego que influyó bastante el hecho de que mi hija mayor quisiera vivir en "una calle sin salida" para montar una bicicleta que aún no tiene.
La mudanza se hizo un domingo, de prisa y casi sin pensarlo, yo no recojí nada, de todas formas no pensaba hacerlo. Odio mudarme y mas aún cuando es de una ciudad a otra, solo me senté a esperar que el camión llegará de La Vega y desmontara la cosas, cerré de nuevo la puerta y las dejé tal y como las pusieron. Por suerte "A" tiene el don de hacer magía y 24 horas después parecia que ya viviamos allí desde meses atrás.
Ya hemos dormido una semana en nuestra nueva casa, todo está en su lugar, todo está maravillosamente organizado, me pongo a mirar las cosas y tengo nuevos bríos, mas que nada quiero poner muy bonita la habitación de mis hijas, ya es hora de que dejen mi habitación y ocupen su propio espacio. No obstante ya me parece verlas de nuevo, almohadas en mano, mudandose de habitación.
Otra nueva etapa empieza, auguro mucha dicha y cosas buenas, las cosas ya empiezan a salir bien, la energía positiva empieza a fluir, hay paz en mi vida. Insisto, de eso se trata. Mi días en La Vega parecen muy lejanos.

lunes, 7 de junio de 2010

A un amigo...


Oí la noticia muy temprano y eso marcó todo mi día. Mi amigo acababa de ser víctima de un atentado, 2 balas dispersas en su cuerpo amenazaban su vida. En el primer momento pensé que moriría, luego con el paso de las horas, se hizo muy evidente que no. Me reproché a mi misma por ser tan dura y negativa.

Conocí a "J" hace mas de 2 décadas, Dios quiso que tuvieramos la misma inclinación profesional y nos tocó tomar clases en los mismos salones por 5 años mas. Toda una vida. Yo, que abandoné el ejercicio de Derecho por mucho tiempo me quedé atras de mis otros compañeros que hoy día ya tienen un renombre como abogados; entre ellos está él.

Hoy día, a varias semanas del incidente, "J" está con su familia fuera del país, allá le hicieron los chequeos y los arreglos necesarios para que su vida continúe lo mas normal posible. Por mi parte sé que jamás será el mismo.

Cuando regrese se encotrará con la dificil tarea de reiniciar su rutina, imagino que tendrá un poco de temor, tendrá dolor y a la vez dará gracias por ese malestar, verá sus hijos y pensará en lo que hubiera sido de ellos sin él, llorará, se que muchas veces llorará.

Me pongo a pensar en los cambios que deberá hacer en su vida, creo que entre todos los caminos que tiene la opción de seguir solo puede tomar uno: Ser valiente.

Debe ser valiente porque debe seguir gritando al mundo cuando se cometen injusticias, porque debe tender la mano a quien lo necesite, porque deberá sentirse identificado con los que puedan correr su misma suerte o los que pueden morir. Debe ser valiente porque debe enseñar a sus hijos que no pueden darse por vencidos pero mas que nada debe ser valiente porque tiene que vivir para ellos.

Debe ser valiente porque mucha gente se sintió conmovido con su historia, porque mucho dejaron escapar lagrimas furtivas de impotencia y de tristeza. No tiene otro camino mas que seguir, con valentía, con perseverancia, con gratitud.

Nunca fuí a verlo a la clínica, nunca lo llamé, él nunca leerá esto, a lo mejor un día me vea en la calle y piense que fuí indiferente ante su dolor, me tranquiliza saber que no fue así, porque en mi corazón se grabó el momento en que sentí que mi piel se erizaba, en que la tristeza me inundó, ese día y los siguientes fueron exactamente iguales.

Hoy leí la declaración de su padre de que perderá la vista del ojo afectado, salvó su vida de milagro, creo que cualquier otro detalle es totalmente insignificante. Sigue vivo y eso hace toda la diferencia.