miércoles, 16 de diciembre de 2009


Todavia lo recuerdo claramente, mis hermanos y yo nos sentabamos placidamente en el piso y con cara de noticias nuevas nos disponiamos a oir, nuevamente, las historias de mi padre. Su niñez no estuvo caracterizada por la abundancia, en terminos economicos, pero si estuvo plagada de aventuras y situaciones dignas de ser repetidas por generaciones. Sus narraciones tienen terminos casi fabulezcos, nunca supe donde terminaba la realidad y se empezaba a convertir en fantasia pero la verdad no creo que nunca nos importara mucho.


Recuerdo la historia de aquella vez que mi abuelo Celso Carlo llego apesadumbrado, era un dia cualquiera de cobro, se sentó cabizbajo en la mesa y se dispuso a sacar una y otra vez las cuentas. Sumo, resto, dividio e intento multiplicar, esta última es la unica operacion matematica no posible, el milagro de Jesus con el pan no se pudo repetir en este caso. "Tanto para fulano", "tanto para mengano", al ver que no era posible complacer a todos, volvia "tanto para fulano", "tanto para mengano". Mi responsable abuelo resoplo indignado, tomo el cheque en sus manos y lo rompio en mil pedazos. Muchas veces he querido seguir su ejemplo, solo los avances tecnologicos me lo han impedido.


Por otro lado mi abuela Carola era una experta poniendole nombres a las personas, de alli surgieron nombres tan extraños como: "cara de chiclet" y "culo bajo". Mi papá y sus hermanos heredaron esa costumbres y hoy en mi familia tenemos a "la chonchi", "cara de raton", "la bruja", "boca chula", "el sentao" y otros nombres casi impublicable, esto no por morboso sino porque podrian herir susceptibilidades.


Tambien recuerdo la historia de mi tio Mimo, ese pobre infeliz debió dormir hasta casi su adolescencia en una cuna, era eso o el piso. Mi papá nos cuenta que dormia tan encojido que volvia a su estatura normal casi al medio dia.


Hay muchas historias diferentes, narraciones que han variado a traves de las decadas, pero que conservan su extracto original. Hace unos sabados estabamos todos en el balcon de mi casa, anochecia lentamente, mis hijas estaban tiradas a mis pies y mi papá empezó a recordar esas anecdotas dandoles nuevas pinceladas, mis hijas reian estrepitosamente y sus carcajadas se oian entre la quietud, me parecío que los años no habian pasado, que volvía a tener 10 años, en un lugar y un momento en que en mi solo había felicidad. Por un momento volví a ser niña.

2 comentarios:

  1. Mi historia favorita es la de cuando les dejaron comida en la puerta y les siguieron dejando y nunca supieron quien fue.

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  2. que historia tan tierna, a tu papa se le nota que le gustan los cuentos... y tu porfa postea mas a menudo...

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