viernes, 3 de diciembre de 2010


Ya pasó mi época de sentarme con las esposas de los amigos de mi pareja a conversar sobre pañales desechables, servicio domestico, dientes por salir e intolerancia a la lactosa. Lo fascinante de crecer estriba en que puedes escoger con quien te juntas y con quien no; puedes decidir los temas de los que quieres hablar y los lugares a donde ir. Quien todavía no ha llegado ahí no sabe lo que es vivir.

Anoche no estaba del mejor ánimo para salir, pero uno de mis ex compañeros de trabajo cumplía años y despues de haberme hecho pasar un maravilloso cumpleaños a mi, lo menos que podía hacer era pagarle con la misma moneda. Ese compromiso moral se sumó a las múltiples llamadas y a la contagiosa música de fondo. Los malestares de mi gripe estaban en la cúspide pero me dije a mi misma: "lo que no te mata te hace mas fuerte", me lavé el pelo y salí muy perfumada.

Calle La Carreras, una esquina cualquiera, gente sentada en la calzada, varias frías y un trago de ron blanco con mucho limón (remedio mágico para la gripe) despues decidimos movernos de sitio. Nos vamos rumbo a la carretera de Canabacoa, un car- wash, música muy alta, mujeres con poca ropa sacandole mucho dinero a estúpidos (hombres) que piensan que "se la están comiendo".

A media noche, casi a la hora de cierre, me senté a observar el panorama, medité sobre la vida de todas las personas que me rodeaban. Felices, en avanzado grado de embriaguez etílica, bailando una y otras vez las letras de las mismas canciones, nadie tenía el deseo de preguntarme quien era o donde estudie, nadie me conocía, a nadie le importaba con quien andaba o si al día siguiente era una madre soltera con muchas preocupaciones que jugaba a ser abogada. Pude pararme, ponerme a bailar y terminar tiempo mas tarde en el parqueo de una bomba de gasolina bailando alegremente con mi recien adquirida comadre "L", la que trabaja en el sitio aquel.

No hay comentarios:

Publicar un comentario