miércoles, 4 de marzo de 2009

PARANOIA


Ya lo he dicho muchas veces, me encanta mi trabajo. Este llego en el momento justo y trajo consigo muchísimas bendiciones, en estos tres años he crecido grandemente como persona y mucho más como profesional, he aprendido cosas que no imaginaba que existían y que tampoco me interesaban mucho. He aprendido a valorar el esfuerzo sobrehumano que se hace en esta empresa por salir adelante y hacer de nuestro país un mejor país.

Con mi trabajo llegaron a mi vida muchos Ángeles, tantos de que nombrarlos por separado tomaría mucho mas de una pagina. Casi todos aquí sufren mis penas y gozan mis alegrías, mis compañeros son mis perfectos cómplices hasta el punto de soportar mis cambios hormonales de humor sin ni siquiera opinar. Ellos apoyan mis exabruptos hasta el punto de darme siempre la razón. Sin ellos, muchas veces, no se que hubiéramos hecho mis hijas y yo; si alguna vez he pensado en irme y dejar mi trabajo, ellos han sido la razón por la que he decidido quedarme.

En contraposición, mi trabajo es altamente estresante, por la naturaleza misma de mi profesión generalmente recibo quejas y a mi escritorio llegan todos los problemas, de tantos matices y modalidades que muchas veces me tomo un minuto de respiro para pensar que hacer. Me agoto mentalmente y al final de la tarde dejo la oficina pero muchas veces me acompaña una situación que resolver. Aun así, no hay nada mas gratificante que ver salir a un cliente contento a sabiendas de que aquello que tanto le mortificaba fue solucionado.

Muchas veces tengo que movilizarme de una ciudad a otra, la mayor parte del tiempo viajo en una camioneta con uno o varios hombres; todos ellos me respetan y me valoran grandemente por lo que nuestra relación es simplemente laboral. Nunca he recibido una propuesta de mal gusto y mucho menos un atrevimiento fuera de tono.

Hace un tiempo le comentaba a una amiga seria mi vida si estuviera casada y el dialogo se resumiría en algo como esto:
- Ring, Ring, Ring….. (suena mi flota)
- A su orden- Así respondo yo-
- Que hay????? – así me habla mi flamante consorte.
- Hola, como estas????- A modo de tantear el tono de la conversación-
- Por donde andas???? Te llame a la oficina y me dijeron que saliste hace 2 horas, nadie sabe donde estas. Yo no entiendo por que NUNCA dejas dicho donde vas a estar.-
- A quien le preguntaste????? Yo dije donde iba.
- No se, alguien tomo el teléfono pero no reconocí la voz. Pero estoy cansado de llamarte al celular y me sale la contestadora.-
- También llame a la casa y dije que estaría fuera de la ciudad, tu sabes que a veces, en el camino, no hay señal, llegare en la tarde.
- Y con quien andas?????-
- Con Charlie (Nombre ficticio, por supuesto)
– Y por que es que tu siempre andas en una camioneta con un hombre???? tu eres una mujer casada, que van a decir?????.-
- Ahora no puedo hablar estoy en una reunión, podemos hablar en la casa?????-
- Pero tu llegas de noche todos los días, y siempre con un hombre diferente, que dizque el chofer, que un compañero de trabajo, que tanta cordialidad??? Por que no cojes el transporte publico como cualquier otra persona ???

El resto de la conversación, que mas bien seria un monologo, lo dejo a su imaginación, pero seguramente concluiría con un sonido abrupto que corte la comunicación y que marcara negativamente el resto de mi día. Estar sola tiene sus ventajas, una de ellas es no tener que dar cuantas a nadie de tus entradas y salidas; de no tener que soportar tonos sarcásticos ni insinuaciones morbosas de boca de la persona que se supone te ama y confía en ti. Siempre me ha gustado tener como amigos a los hombres, ellos (cuando no hay interés de tipo romántico-sexual) son leales, divertidos, amorosos y muy respetuosos; con ellos puedes hablar de muchos temas, son los mejores confidentes, te aconsejan para tu bien y de forma practica; tienen pocos tabúes y complejos pero lo mejor es que no les importa como te vistes, ni la marca de tus zapatos, eres parte de la pandilla y te aceptan como tal, como uno mas.


Gi

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